Y para hablar ajenos a la vergüenza es necesario estar desnudos, literalmente o en otros casos hablar mirándonos a los ojos. Es lo mismo, o sea, no lo mismo exactamente pero en cierto sentido produce el mismo efecto, mas ten presente que hay gente, que sabe dominar con la mirada. Te miran y sienten tu desnudez, sienten tu piel aterida de frío y tus manos rondando tus pechos para cubrirlos, o tus muslos y tus brazos enroscados en posición fetal, ven el miedo como una especie de aura. Actúan, actúan a pesar que con la mirada dices no, dices detente, dices que miran tu vergüenza, tu indefensión. Por ello arranca de las metáforas para detener el tiempo en la detención del lenguaje. Así como una definición, nos miramos los cuerpos cadavéricos entre las sabanas a medio cubrir y el sudor a medio secar, mirando también el humo que rodea el ambiente y conversamos. No te darás cuenta como me hablas de tus ex pololos o de tus miedos de niña o de las cicatrices que no le muestras a nadie, o de los lunares que no le llega el sol.
Sabes que no todos miran a los ojos como no todos andan desnudos por las calles, que todos, tememos frente a los otros, aquella situación en que no te sientes persona, además no temes solamente del hombre en cuanto ser humano, temes de su eterna posibilidad, temes de su ropa y de no saber su actuar (y lo imaginas como las cosas misteriosas y oscuras, como las equis en las ecuaciones), así como también temes de las personas que te miran fijamente. Recuerdas las escenas donde el poderoso no permite al esclavo que lo mire a los ojos, es lo mismo, el poderoso teme que el esclavo lo mire y no le tema. Tiene miedo a que él no tenga miedo. Tiene miedo a que no tema morir.
Por ello, el estar desnudos, lejos del tabú, te envuelve el miedo, el miedo a lo desconocido -pero no desconocido como cosas materiales, desconocidos en cuanto experiencias- y por supuesto, miedo a ti misma mostrando tus puntos débiles, puntos lingüísticos, cognitivos, tus actos fallidos, tus formas de pensar que pueden desencantar o encantar, tus gustos que sólo el espejo (quizás) ha visto. Porque sabes que hay gente que no se mira al espejo denuda. En cuanto a los ojos, no todos saben que no se pueden mirar a los dos al mismo tiempo, si no a uno sólo perdiendo la posibilidad de temerse. Otros hablan que ven sus ojos mientras duermen, pero esos son los que más temen, pues ven sus dos ojos, infinitos, siempre iguales lo único que no ha cambiado desde que nacieron.
En la mirada y en la desnudez esta la posibilidad de ser uno, está el camino dispuesto ante dos personas para que sean uno, en variados sentidos, uno físicamente, otro espiritual, otro material, otro mental, etc. En la mirada está el significarse en el otro cual espejo, en la desnudez está la complementación de lo cóncavo y lo convexo de los mismos cuerpos.
Tenemos entonces el miedo, la vergüenza, la revelación individuo, y la complementación todos puntos convergentes entre estas dos situaciones la desnudez y las miradas que son la puerta del hombre hacia sí mismo, donde sí mismo es la estela de un ser cambiante a lo largo de la vida anclada a lo más antiguo que pueda recordar pasando incluso por su conciencia e inconciencia. La desnudez permite oír la música que produce el palpitar, unas veces miedo mismo otras veces emoción desesperante. La mirada produce lo mismo, ateriendo por cierto los músculos.
Sabes que no todos miran a los ojos como no todos andan desnudos por las calles, que todos, tememos frente a los otros, aquella situación en que no te sientes persona, además no temes solamente del hombre en cuanto ser humano, temes de su eterna posibilidad, temes de su ropa y de no saber su actuar (y lo imaginas como las cosas misteriosas y oscuras, como las equis en las ecuaciones), así como también temes de las personas que te miran fijamente. Recuerdas las escenas donde el poderoso no permite al esclavo que lo mire a los ojos, es lo mismo, el poderoso teme que el esclavo lo mire y no le tema. Tiene miedo a que él no tenga miedo. Tiene miedo a que no tema morir.
Por ello, el estar desnudos, lejos del tabú, te envuelve el miedo, el miedo a lo desconocido -pero no desconocido como cosas materiales, desconocidos en cuanto experiencias- y por supuesto, miedo a ti misma mostrando tus puntos débiles, puntos lingüísticos, cognitivos, tus actos fallidos, tus formas de pensar que pueden desencantar o encantar, tus gustos que sólo el espejo (quizás) ha visto. Porque sabes que hay gente que no se mira al espejo denuda. En cuanto a los ojos, no todos saben que no se pueden mirar a los dos al mismo tiempo, si no a uno sólo perdiendo la posibilidad de temerse. Otros hablan que ven sus ojos mientras duermen, pero esos son los que más temen, pues ven sus dos ojos, infinitos, siempre iguales lo único que no ha cambiado desde que nacieron.
En la mirada y en la desnudez esta la posibilidad de ser uno, está el camino dispuesto ante dos personas para que sean uno, en variados sentidos, uno físicamente, otro espiritual, otro material, otro mental, etc. En la mirada está el significarse en el otro cual espejo, en la desnudez está la complementación de lo cóncavo y lo convexo de los mismos cuerpos.
Tenemos entonces el miedo, la vergüenza, la revelación individuo, y la complementación todos puntos convergentes entre estas dos situaciones la desnudez y las miradas que son la puerta del hombre hacia sí mismo, donde sí mismo es la estela de un ser cambiante a lo largo de la vida anclada a lo más antiguo que pueda recordar pasando incluso por su conciencia e inconciencia. La desnudez permite oír la música que produce el palpitar, unas veces miedo mismo otras veces emoción desesperante. La mirada produce lo mismo, ateriendo por cierto los músculos.
todo eso para poder decirle a la mina: "quiero VERTE DESNUDA" jejeje
ResponderEliminarme gustó.
mirarse a los ojos, o al menos al rostro, es de los más importante. la humanidad la encontramos siempre en los ojos... si no fuese así, jamás empatizaríamos con otros animales...
me gustó.
un abrazo