Yo no conozco ni conocí Talcahuano, me lo imagino sombrío con nubes que jamás se dispersan, con muelles oscuros olor a sal, no sé. Supe que arribó con la lancha hundida de pescaos, no se tampoco que pescaos eran, ni que día ni como fue el negocio, la cosa es que no era primera vez que arribaban al muelle. Me contó que era común perder gran cantidad de pescaos por culpa de los conocidos Gatos. Ya con el tiempo que llevaban visitando aquella caleta lograron ser presa fácil para el gato Henríquez, lo conocían, sabían de él, donde vivía y donde solía gastar lo que se ganaba. Con el poco sueldo que tenían las noches en tierra se le hacían largas, ajeno a la caleta y lejos de su familia. Alcanzaba algunas veces para un minuto por teléfono y cuando no, para alguna postal del lugar. Creo que esas son las únicas imágenes que tengo de Talcahuano. Me cuenta que un día, hartos de las pocas ganancias que recibía por ir a la mar, se sumó a un negocio con cierto grado de ilegalidad, donde hasta el pa
angelitos a potito pelao, con alitas de colibrí que hablan de theoremas y cornudos sátiros que dicen que aquí también puede existir diosito