Las coronas de las abejas reinas se diferencian de las coronas de los hormigas reinas, al ser menos brillantes que estas últimas. Compensan este desinterés por el brillo con una larga capa amarilla y negra. Las hormigas en cambio, lucen pequeños cristales de azúcar sobre sus cabezas, generando un aura brillante en la oscuridad de sus palacios. A ambas las caracteriza sus minúsculas cinturas y su fertilidad. A pesar de los accesorios que pudieran llevar, estas soberanas son seguidas instintivamente por sus súbditos, pero a pesar de ello nos resulta difícil poder distinguirlas. Dentro de los eslabones sociales de la entramada jerarquía de abejas y hormigas, existe un problema aun mayor, ya que a la fecha no nos es posible determinar quiénes son los orfebres responsables de las coronas. En el mundo de las abejas, se cuenta el mito de cómo nace la tradición de coronar a las reinas, se dice surgió espontáneamente desde las obreras, quienes decidieron aliviar su incesante puerperio con pist
angelitos a potito pelao, con alitas de colibrí que hablan de theoremas y cornudos sátiros que dicen que aquí también puede existir diosito