Y para hablar ajenos a la vergüenza es necesario estar desnudos, literalmente o en otros casos hablar mirándonos a los ojos. Es lo mismo, o sea, no lo mismo exactamente pero en cierto sentido produce el mismo efecto, mas ten presente que hay gente, que sabe dominar con la mirada. Te miran y sienten tu desnudez, sienten tu piel aterida de frío y tus manos rondando tus pechos para cubrirlos, o tus muslos y tus brazos enroscados en posición fetal, ven el miedo como una especie de aura. Actúan, actúan a pesar que con la mirada dices no, dices detente, dices que miran tu vergüenza, tu indefensión. Por ello arranca de las metáforas para detener el tiempo en la detención del lenguaje. Así como una definición, nos miramos los cuerpos cadavéricos entre las sabanas a medio cubrir y el sudor a medio secar, mirando también el humo que rodea el ambiente y conversamos. No te darás cuenta como me hablas de tus ex pololos o de tus miedos de niña o de las cicatrices que no le muestras a nadie, o de los
angelitos a potito pelao, con alitas de colibrí que hablan de theoremas y cornudos sátiros que dicen que aquí también puede existir diosito