Ella se levanta un día con las palabras en la boca de un
sueño en colores
Lo escribe en respuesta a una carta que ayer le dieron de
forma inesperada
Responde con innumerables imágenes un sí emocionalmente argumentado.
Al atardecer, sentada en la cuneta capea el frío con un
beso
Se pierde antes de la media noche en una playa de arboles
peinados
Se duerme sin saber cuándo o cómo acabó el sueño.
Ella se envuelve un mechón de pelo mientras le conversa
En sus oscuros ojos delineados, ella deja escapar
pequeñas luces
Le escribe todas las noches mientras se acompañan en la
lejanía
Lo visita, se abrazan, se miran con profundidad y temor al infinito.
Sin verbalizar el corazón enamorado, se desnudan y se
contemplan
Se despide sin tomar desayuno
No sabe por qué al volver nadie abrió la puerta.
Ella, sin saber cómo él subió el cerro,
Lo recibe sobre el vino, sobre la alfombra
Reconoce en sus ojos borrachos el brillo de antaño
Sonríe con sus gruesos labios sin abrir la boca
Lo sacia, lo acuna, lo defiende, lo distingue.
Le elimina los viajes de la noche para palpar la realidad
Más allá de la cama, más allá del deseo.
Lo invita a recorrer los días como si fueran sueños.
Esta vez no lo perderá como siempre.
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