Ir al contenido principal

reyes y reinas

            No aceptó su gesto de caballero. A pesar que él insistió demasiado, ella prefirió las negras. Con seguridad, movió el peón que cubre al rey, inmediatamente después que él haya hecho lo mismo. Esperó cruzando sus brazos a que él jugara.
            Antonio pensaba demasiado sus jugadas tanto así que por momentos sus movimientos parecían ser imprecisos, demostraba en su mirar algo de nerviosismo, Johana en cambio a pesar de la poca experiencia, creía tener la fórmula perfecta para derrotarlo.
            Él movió un caballo al A3 y ella raudamente posicionó su reina al borde del tablero en un cuadro negro, tambaleando de paso el campo de batalla. Antonio se rascó el mentón simulando creer cuales eran las intenciones de Johana. sacó el peón que tapaba al caballo que movió anteriormente.
            Johana entonces emprendió el ataque y posicionó su reina sobre el peón dejando a Antonio en jaque.
            Victoriosa de aquella amenaza desabotonó su blusa y la dejó caer, de paso soltó su cabello moviéndolo de lado a lado. “El placer tiene un gusto diferente si uno lleva la ventaja” dijo suavemente a Antonio, alzándose un poco para mostrar su cuerpo.
            Era tiempo de pensar bien la jugada, su rey tenía que permanecer el mayor tiempo posible en pie, se movió por el costado y desconcentró, mientras tanto, a la reina, besándole el cuello y oliendo profundamente bajo su oreja. no quería amenazarla ni menos perder inmediatamente.
            Pensó que el alfil era una buena alternativa, pero el juego quedaría en nada Johana tendría que repensar su estrategia, perdiendo quizás la ventaja que tanto entusiasmó a Antonio. Mientras pensaba bajó a sus pechos, desabotonó el sostén sin asumir dominio alguno. “La reina era el punto”. la podía devorar rápidamente y el resultado dependería inmediatamente de sus manos, las mismas que ahora se deslizaban por la piel soberana de Johana.
            Perdería el sentido, si comenzó ganando al perder, cómo sería si el rey blanco cayera, debía mantener a Johana con aquel aire victorioso.
            Ya sus manos bajaban a las caderas de Johana, mientras ella le sacaba su polera. Cayeron al piso en un arrebato de besos, sin importar que prenda se des-abotona y por las manos de quién. “el caballo” pensó Antonio segundos antes de que su pie diera vuelta el tablero sobre la alfombra

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diógenes, el síndrome de Diógenes y el nuevo síndrome de Diógenes

Diógenes el Cínico aquel que vivía en una tinaja, así como el Chavo del Ocho, Diógenes el Cínico aquel que le entregó un pollo despulpado a Platón para burlarse de la definición de Hombre. Diógenes el Cínico aquel que llamaban perro pero afirmaba que los perros eran sus observadores. Diógenes el Cínico aquel que le pidió a Alejandro Magno que se corriera del sol, aquel que con la ironía decía más que con tratados de filosofía. El mismo es el personaje que inspira el nombre del síndrome por el cual, generalmente los viejos, comienzan a acumular bienes inservibles por el hecho de sentirse desamparados, comienzan a descuidar su aseo mientras se atrincheran en su hogar, si es que lo tienen. Lo más significativo de esta enfermedad nacida en los años 60, es el hecho de no poder distinguir qué es lo útil de lo inútil. Ciertamente Diógenes el Cínico no poseía este síndrome –aunque lo más probable que halla estado siempre desaseado- se deshizo de una vasija con la cual tomaba agua, por consider

causa y efecto

Una duda, una pregunta que dice ser nueva, pero inevitablemente bajo el disfraz se le nota ese rostro de ontología oxidada , de empirismo de bata blanca, de racionalismo onírico. Una duda. Y unas alas que milimétricas forman tornados en Moscú El chicle que ayer compré, hoy se pega en mi bolsillo No puedo meter mi mano, me devuelvo a la casa a cambiarme pantalones Por eso llegue tarde hoy en la mañana La amonestación verbal me desanima Mi desánimo contagia al colectivero de vuelta a la casa El dice: mi día fue terrible Yo digo: por qué no compré mentitas Mas la pregunta por la decisión que no tomé  esconde una  visión  determinista de la vida, pero no, persisto en que soy libre   mejor me debí haber lavado los dientes debió haber sonado la alarma mejor debí  haber cargado el celular mejor debí  levantarme a media noche a buscar el cargador la culpa no es de los chicles, si no del sueño de aquella noche la pregunta parece ser nueva pero esconde no sólo otra pregunta factual,  si no por l

padre putativo

Al parecer soy San José P.P. En un sueño peleo con Pilato, Mientras ella en labores de parto no aguanta el dolor En otras ocasiones,  sueño ser el guardián del Santo Grial. La sangre de Cristo son dos, una niña y un niño. Quizás la réplica de Cain y Abel. Pero si yo no soy aquella sangre, Esos  niños entonces no son míos. Falta entones otro sueño,  donde un ángel me acelere  los papeles de adopción