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San Antonio: una identidad dificil

            Pareciera que constantemente nos estamos preguntando por nuestra identidad, tratamos de reconocer nuestros puntos en común para decir quiénes somos, otras veces y las más terribles ocurren cuando se nos impone, se nos dibuja, se nos caracteriza y se nos responde usted es esto. No se trata esta vez de un problema existencial en que debemos definir nuestra esencia a través de nuestros actos. Simplemente se trata de reconocer por qué el puerto de San Antonio es lo que es. La imagen que se vendió a todo Chile era la de un puerto que por necesidad abrió sus puertas al comercio. Valparaíso estaba golpeado e inútil, oportunidad que tuvo San Antonio, para ser considerado primer puerto del país en 1865. Después se modernizará con la llegada del ferrocarril y con la construcción de lo primer molo. Desde que San Antonio se concibe, este aparece como un puerto. Después, ahora hace poco tiempo, se nos ocurre llamarlo un lugar turístico, a pesar de ser conocido como un puerto hediondo donde el olor a harina de pescado se sentía desde el faro panul hasta tejas verdes. Se borraron rápidamente esas cicatrices (o a medias quizás) el mirador frente al banco estado se convierte rápidamente en una galería, un café y un centro de informaciones turísticas, se enchula el paseo Bellamar sacándole todos los árboles existentes. Por otro lado las malas politicas sobre la pesca artesanal, obligan a los pescadores a emigrar a otras ciudades o cambiarse de rubro, lo que genera altos indices de cesantía, no se si es en el mismo tiempo, pero el cambio de licitación portuaria, en el periodo de Frei, ofrece la devastadora idea de sacar a portuarios con la idea de la micro empresa, lo que genera otro cambio en la economía del puerto. Así comenzaron a surgir una infinidad de colectivos que colapsaron la calle Pedro Montt a medio día. La compra de colectivos fue la más tentativa para estos nuevos cesantes con unos pocos millones en los bolsillos. Es claro que no todos los exportuarios pudieron formar la supuesta microempresa, por lo que a los pescadores artesanales cesantes se les sumaron estos microempresarios. Siguiendo con la idea del turismo. Apareció el Mall un monstruo azul en pixeles que acabaría rápidamente con el comercio en centenario. Mas arrollador que los incendios del Lucerna y el Egas.  Pero como centro turístico estaba todo maravilloso. Otros pescadores más al sur inauguraron la Boca del maipo como centro recreativo. Lo terrible es que nuevamente el gobierno nos vuelve a redefinir y nos dice que somos un terreno portuario y otroga sin preguntar, el dominio de toda la costa desde las bodegas de Camanchaca hasta la boca del río maipo, a la empresa Epsa. Decreto 130 que por cierto destruye el cíclope de mar (los ojos de mar) un humedal con fauna y flora incomparable. Se hace cargo de las casas destruidas por el tsunami, en la playa de llolleo, a cambio de sus terrenos. Deja nuevamente cesantes a quienes tuvieron que cambiar antes a la fuerza. Cabe la pregunta sin forzarla ¿qué somos? ¿La mano de obra de un Mall, que a punta de propina y chorreo se alimenta? ¿Portuarios que en infinitas reuniones no logran que el gobierno de solución a la estafa que pasaron al irse del puerto? ¿ Un lugar turístico con una mala oferta cultural? ¿una caleta sin pescados a la venta?

Comentarios

  1. Discrepo en la idea de "oferta cultural" onda porque creo que el puerto debe leerse hacia dentro y cachar en el fondo esa identidad y no " autovenderse" Igual es brigido como decir; San antonio no tiene identidad!!
    Me quedé pensando en eso.

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