Acto I
Sin tener a la venta porotos verdes, el guatón de la esquina
gritó: ¡al verde, al verde!
El Campión, de reojo vio a acercarse a la feria una pareja
de carabineros, sin pensarlo, casi de modo automático recogió del suelo el paño
con los estrenos del mes, los metió al bolso, y sin darme cuenta tiró el bolso
en alguna caja arriba de la camioneta. Por un momento la feria se calló, los
ojos se clavaron en él, que entre la gente daba vueltas sobre sí mismo. Todos
intentaban seguir el ritmo normal, solidarizaban con el casero de las películas,
intentando hacerlo pasar por un cliente, pero el silencio era evidente. Se
acercó a mi puesto, tomó una bolsa y comenzó a llenarla con lo que tenía al frente,
parece que eran naranjas, mientras las echaba miraba sobre su hombro a la
pareja, más de una vez me miró a los ojos, queriendo decirme algo quizás,
queriendo pasar desapercibido cuando todos lo miraban. El momento fue eterno,
pero no fueron más de cinco minutos, el Campión dejó la bolsa llena sobre las
naranjas, se tomó el pelo luego de pasar sus manos por la cara contento por
haber pasado piola. Se dio otras vueltas para ver si se habían ido y volvió a
su rutina.
Acto II
Sin tener a la venta porotos verdes, el guatón de la esquina
gritó: ¡al verde al verde!
El campión, de reojo miró por todos lados, con un nudo en el
estomagó y no vió nada, sin pensarlo, casi automáticamente respondió ¡dejate
de güebiarpo, guatón culiao!
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